EDITORIALES EN LA REVISTA "COMUNICACIÓN Y PEDAGOGÍA"
Pere Marquès Graells (1998-2003)
151.- Átomos, bits y contextos educativos. - 152.- Hoy como ayer, interactuar es aprender - 153.- Poder, saber, querer. - 154.- La magia audiovisual. - 157.- ¿Dónde estamos? - 158.- No es tan fácil como parece. - 159.- Mediadores culturales, mediadores educativos. - 160.- Hacia un nuevo paradigma educativo - 161.- Imaginemos... - 163.- Reflexiones - 164.- Internet: información, comunicación, acción. - 165.- Para mejorar el sistema educativo... - 166.- @diós, reforma, @diós - 167.- Un sistema educativo de múltiples escenarios - 185.- Hay otros mundos..., pero están en este.
151.- Átomos, bits y contextos educativos.
La afortunada idea de Nicholas Negroponte al referirse a las diferencias entre los nuevos canales de comunicación digitales y los soportes tradicionales en papel impreso, puede servirnos para presentar este nuevo número de "Comunicación y Pedagogía" en el que las circunstancias han reunido a estos dos grandes canales/medios - y en todo caso instrumentos - susceptibles de uso educativo: la telemática y el libro de texto.
No planteamos la confrontación átomos versus bits, porque no queremos contraponer, ni tan solo comparar, estas dos realidades. Están ahí, ambas nos pueden ayudar en los complejos procesos de enseñanza y aprendizaje y no nos atrevemos a identificar a una de ellas con la pedagogía rancia ni a la otra con el progresismo pedagógico; pese a que la una viene del ayer y la otra es un producto reciente de nuestros días, pensamos que las dos son necesarias, imprescindibles en algunos casos, para la instrucción y la educación de las personas de nuestro tiempo.
Más allá de los tópicos simplistas que asocian al libro de texto con pedagogías memorísticas y a Internet con la construcción de aprendizajes significativos, sin duda estaremos de acuerdo en que el libro de texto sigue siendo, debidamente contextualizado en una estrategia didáctica acorde con los planteamientos pedagógicos actuales, un buen instrumento auxiliar - pero no el único posible - para promover y garantizar unos conocimientos básicos a los alumnos de un determinado nivel educativo. Por otra parte, también convendremos en que hoy en día una la enseñanza básica obligatoria debe contemplar en su currículum, entre otros contenidos, las herramientas básicas de búsqueda de información, comunicación y edición a través de Internet. Una ojeada al artículo de Jordi Adell sobre las "tendencias en la educación en la sociedad de las tecnologías de la información" ( http://www.uib.es/depart/gte/revelec7.html ) sin duda nos convencerá de ello.
Con todo, pese a la importancia que queramos darles a los átomos y a los bits, en el arte de enseñar lo más importante es el diseño de contextos, la organización de los encuentros entre los aprendices y la realidad, directa o mediada, que les va a proporcionar nuevos saberes a partir de sus capacidades, actitudes y conocimientos previos. Los medios (telemáticos, impresos...) pueden ayudar a adaptar las actividades de aprendizaje a las características de los estudiantes, pueden proporcionar entornos que propicien el desarrollo de actividades cognitivas más ricas por parte de los aprendices, pueden aumentar la motivación y mantener el interés del alumnado... pero en definitiva es el profesor el que ha de convertir estas posibilidades en realidades al planificar su estrategia didáctica y gestionar los entornos de aprendizaje que ha diseñado para sus alumnos.
Con estos planteamientos, esperamos que las aportaciones que se presentan a continuación proporcionen información útil, contribuyan a un mejor conocimiento de estos medios y de sus posibilidades didácticas, y abran, en suma, nuevas perspectivas para la práctica docente.
152.- Hoy como ayer, interactuar es aprender
Las personas aprendemos continuamente, observando e interactuando con el entorno que nos rodea (personas, escenarios y tiempo), caldo de cultivo en el que satisfacemos nuestras necesidades, buscamos significados y amor, hacemos descubrimientos, comprendemos, disfrutamos y sufrimos, memorizamos y nos desarrollamos... De manera natural e insoslayable vamos evolucionando, individual y socialmente, con la energía que nos proporcionan nuestras motivaciones (hijas del binomio también cambiante de los valores y las necesidades) y mediante nuestra capacidad de reflexión y de relación con el medio ambiente. Así, nuestro desarrollo cognitivo, emocional y social, sólo durante un tiempo orientado por padres y tutores, es un proceso continuo, y muchas veces involuntario y hasta inadvertido, que discurre paralelo a nuestra evolución física durante toda la vida.
En estos escenarios en los que transcurre nuestra existencia, cada vez están más presentes el ordenador y sus artefactos afines (módems, multimedia, consolas de videojuegos...), poniendo a nuestro alcance la posibilidad de interactuar con un ente versátil y polifacético, muchas veces atractivo y amable, capaz de ayudarnos en mil trabajos y de llenar nuestros ratos de ocio . Su eficacia como instrumento productivo y lúdico está fuera de toda duda y junto con la televisión, eminentemente lúdica y modeladora de comportamientos, ocupa un porcentaje cada vez mayor de nuestro tiempo en detrimento (nuestro tiempo es limitado) de otras posibles interacciones con las personas y los escenarios de nuestro entorno inmediato. ¿Aprendemos así más y mejor?, ¿qué condiciones deben darse para ello? ¿Qué nuevos riesgos nos acechan?
Éstas son algunas de las preguntas que tratamos de contestar en cada número de "Comunicación y Pedagogía", buscando claves que nos ayuden a aprovechar todas las funcionalidades de las nuevas tecnologías que puedan incidir en la mejora estos continuos procesos de aprendizaje, de desarrollo integral de las personas, y proponiendo actuaciones que nos protejan de los peligros que pueden ocasionar en determinadas circunstancias.
Así pues, de acuerdo con estos propósitos, en este ejemplar presentamos estudios y experiencias sobre el uso de las TIC y de los juegos para facilitar el desarrollo cognitivo y el aprendizaje de las matemáticas, analizamos las posibilidades educativas del vídeo en los centros educativos y abordamos temas tan polémicos como los efectos beneficiosos de los videojuegos y la influencia de la violencia televisiva en la juventud.
Esperamos que todo ello resulte del interés de los lectores y, una vez más, les invitamos a compartir su conocimiento mediante la publicación en "Comunicación y Pedagogía" de estudios, reflexiones y experiencias sobre educación, medios de comunicación y tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Compartiendo todos podremos aprender más.
Es una verdad a voces, aunque luego muchas veces da la impresión de que no se tiene suficientemente en cuenta en el momento de diseñar los programas y las reformas educativas o de organizar los centros docentes: " la formación y la motivación del profesorado son condiciones indispensables para la innovación educativa", para la necesaria mejora de la enseñanza (¡las cifras de fracaso escolar eran y son inaceptables!) y para que la actividad docente de las escuelas esté en consonancia con las demandas de los tiempos que corren, que vuelan, y que nos exigen continuamente nuevas habilidades y saberes.
La sociedad debería asegurarse de que los profesionales encargados de preparar y reciclar a sus fuerzas vivas, niños y adultos, disponen de las tres "llaves mágicas" que aseguran la calidad de su trabajo: poder, saber y querer. Las mismas llaves que, en posesión de los estudiantes, les abren las puertas del aprendizaje.
Un profesorado que disponga de recursos (materiales y funcionales), que tenga una formación, una capacitación, que le permita conocer y aplicar estos recursos adecuadamente y en los momentos oportunos, y que esté motivado para investigar en la práctica, considerando la innovación curricular como algo deseable para todos, será el motor de cambio (en contenidos, metodologías y materiales didácticos, y estructuras organizativas) que necesitan los sistemas educativos actuales.
Parece que estamos en la antesala de nuevos programas nacionales de introducción masiva de nuevas tecnologías en los centros docentes (ordenadores, redes, materiales multimedia, Internet...). Con nuevos equipamientos en los centros y contando además con los ordenadores que los estudiantes (a veces un 50% de la clase) tienen en sus casas, parece que podremos dar al alumnado una buena formación tecnológica y también aplicar estos recursos a mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje en general..., siempre que contemos con una buena organización del parque tecnológico en los centros y con el adecuado mantenimiento de los aparatos, lo que exigirá disponer de unos recursos económicos y humanos.
Por otra parte, las TIC también van estando presentes en los hogares de los profesores, en los programas de formación inicial de los docentes y en muchos cursos de formación continua organizados por las administraciones públicas y otras instituciones educativas que, en algunos casos, incluso incentivan al profesorado para que vaya "reciclando tecnológicamente". Por lo tanto sabemos, o sabremos, cómo utilizar estos medios. .., aunque muchas veces los cursos son básicamente técnicos y descuidan incluir modelos metodológicos para su aplicación en clase y pautas para su aprovechamiento didáctico.
Pero, ¿existe un sistema de intercambio de pareceres (las opiniones "realistas" de los profesores son muy valiosas), de incentivación, de motivación, para que el profesorado utilice estos nuevos recursos en clase? ¿Para que tenga claro y crea en la conveniencia del cambio de contenidos y metodologías didácticas y esté dispuesto al esfuerzo necesario? Porque... con poder y saber, no basta.
Si una imagen vale más de 1.000 palabras, ¿cuánto valdrá un videoclip mudo de un minuto mostrando los peligros de mezclar el alcohol y la conducción? ¿Y un documental sonoro de 15 minutos de la 'National Geographic' sobre los pingüinos de la Antártida?
Bienvenidos a este nuevo número de "Comunicación y Pedagogía" dedicado especialmente al mundo audiovisual. Tal vez hubiéramos podido reducir el número de páginas de este ejemplar si hubiéramos sabido traducir a imágenes los textos de nuestros colaboradores... pero no lo hemos conseguido.
Y es que, tópicos aparte, las imágenes - animadas o no - constituyen una fabulosa fuente de información, nos pueden facilitar la comprensión de hechos concretos y de cuestiones abstractas, nos pueden ayudar a captar y a expresar sentimientos y emociones pero, en muchas ocasiones, no pueden sustituir al "verbo".
Con todo, aquí están, y ponen a disposición del mundo educativo su inagotable y omnipresente potencial informativo (vía prensa, cine, TV, Internet), sus dotes para motivar y despertar intereses, y también su buen hacer en el arte de la seducción y de la implicación emotiva de sus 'espectadores'. ¿Quién no se ha emocionado nunca en el cine?. ¿Quién no ha comprado alguna vez 'hechizado' por la 'magia' de un anuncio?.
Seductoras, hechizantes, de no mediar una 'lectura crítica', ¡que no siempre se enseña en las escuelas! , las imágenes ejercen su poderoso influjo sobre lo que pensamos, creemos, deseamos y hacemos. ¡Cuántas pautas de conducta toman los jóvenes de las series televisivas al uso! ¡Cuán expuestos a la manipulación ideológica, emocional y física estamos!
¿Somos conscientes de ello?
"De pronto un día abrimos los ojos y tuvimos la impresión de estar en un mundo extraño: ¡nos habían cambiado el escenario!, y mucha gente ya no seguía el guión establecido... Entonces nos dimos cuenta de que nuestro 'papel' también debería cambiar" (Apuntes del futuro, 1999)
Efectivamente, el escenario en el que construimos nuestra vida, en estrecha interrelación con los demás, ha cambiado. El mundo ha entrado en una etapa de globalización económica -bajo el signo de un pensamiento único neoliberal- y cultural -sobre todo en aspectos científicos- en la que desaparecen muchas de las barreras políticas, económicas e ideológicas que separaban a los pueblos y donde las empresas actúan en un mercado de ámbito mundial. Una etapa de mundialización de problemas y soluciones donde todo está interrelacionado (una crisis del sector financiero nipón puede, mediante un "efecto dominó", afectar a muchas empresas de todo el mundo) y donde la competencia abierta exige adaptarse continuamente a las demandas de los clientes y ofrecer una máxima calidad.
Por otra parte, este nuevo escenario ha sido posible gracias a los rápidos avances científicos y tecnológicos y a su difusión generalizada, especialmente en los campos del procesamiento de la información y automatización de tareas (informática, multimedia, robótica), del transporte (aéreo y de superficie) y de los medios de comunicación (telefonía, "mass media", redes, Internet...), que proporcionan potentes herramientas para el tratamiento de la información y redes de comunicación que permiten una veloz circulación de personas, mercancías, dinero e información por todo el planeta. Nos enteramos de todo lo que ocurre, aunque muchas veces recibimos informaciones parciales y hasta contradictorias; todo está cerca, cada vez más al alcance de todos.
No obstante, esta aceleración en la aparición de nuevos recursos tecnológicos llenos de posibilidades para mejorar lo que estamos haciendo, que pronto quedarán obsoletos ante la aparición otros que se revelarán mejores, provocan continuas transformaciones en nuestras estructuras económicas, sociales y culturales, y exigen a las personas, empresas y estados una rápida actuación para adaptarse a los cambios y aprovechar las posibles ventajas que puedan derivarse de ellos; no hacerlo supone empeorar. Todo cambia deprisa, el porvenir es incierto y las personas debemos estar atentas al entorno y en continua formación.
Así, en este entorno global y de cambio tecnológico continuo, donde es posible la comunicación inmediata con cualquier persona o institución y donde ingentes masas de información multimedia -dispersa, cambiante y no siempre fiable- llegan a todos los rincones del planeta, en esta sociedad de la información cada vez más integrada en soportes digitales, lo verdaderamente importante es saber localizar, valorar, seleccionar y aprovechar la información de manera que, convertida en conocimiento, nos permita formular preguntas inteligentes y elaborar respuestas imaginativas ante los problemas que se plantean en nuestro cambiante escenario. ¿Nuestro sistema educativo prepara a los estudiantes para que se integren con éxito esta sociedad del conocimiento?
158.- No es tan fácil como parece.
Las herramientas telemáticas cada día resultan más imprescindibles para llevar a cabo nuestras actividades cotidianas: comunicarnos con la gente (familiares, amigos, colegas, jefes y subordinados, clientes...), estar informados de la actualidad (noticias, programas de cine y televisión...), conseguir datos de todo tipo, realizar gestiones (con la Administración Pública, sanidad, temas laborales...), adquirir productos, pasar el rato...
Nuevos tiempos, nuevos instrumentos... nuevos aprendizajes.
Aparentemente, para cualquier persona acostumbrada a utilizar un poco el ordenador (como instrumento para redactar documentos o como máquina de juegos), aprender a usar los nuevos medios telemáticos no debe representar ninguna gran dificultad. Una vez se consigue tener el equipo bien configurado (operación no siempre trivial), el uso "mecánico" del correo electrónico, de los navegadores y de los demás programas que nos permiten aprovechar los servicios de las redes telemáticas resulta muy fácil.
Pero con saber utilizar las principales herramientas de Internet no basta, como tampoco basta con saber manejar el ordenador si no sabemos qué hacer con él o no sabemos apreciar cuándo merece la pena utilizarlo. Y es que para poder aprovechar las posibilidades de Internet como medio informativo y como canal de comunicación son necesarias unas habilidades básicas más complejas que el simple dominio instrumental de los programas.
En primer lugar hay que saber diagnosticar cuando Internet nos puede facilitar, mejor que otros medios tal vez más a nuestro alcance (prensa, libros, un experto...), la información que buscamos. A partir de aquí, si Internet es una buena fuente, hay que saber encontrar la información que nos interesa con agilidad. Para ello, hace falta algo más que saber utilizar los programas buscadores de Internet y aplicar órdenes de búsqueda con operadores booleanos o que saber localizar grupos de noticias, listas de discusión y páginas web relacionadas con la temática que se está indagando; hay que tener "intuición", experiencia, "sentido común"... y esto no suele aprenderse de hoy para mañana, requiere tiempo, práctica, habilidad.
Luego, una vez localizada la información sobre el tema que nos interesa, tenemos que evaluar su calidad (autenticidad, actualidad...) y valorar su idoneidad para ser utilizada en la situación concreta que nos ocupa; no basta con saber encontrar información, hay que determinar si es correcta y saber aplicarla en la resolución de los problemas que se nos presentan. Habilidades que tampoco se aprenden fácilmente.
Finalmente, una vez hemos conseguido (o no) nuestro propósito, otro aspecto importante será que nos acostumbremos a evaluar la eficacia y la eficiencia de la metodología que hemos empleado en la búsqueda de la información; de esta manera, reflexionando sobre la práctica, mejoraremos progresivamente nuestras técnicas y estrategias.
No es tan fácil como parecía, ¿verdad? Pues para seguir reflexionando sobre la Red y sobre sus posibilidades educativas, aquí tenemos un nuevo número de "Comunicación y Pedagogía" dedicado a la telemática. Esperamos que resulte interesante.
159.- Mediadores culturales, mediadores educativos.
El conocimiento que tenemos del mundo físico que nos rodea y de las culturas que en él se desarrollan lo obtenemos a partir de nuestra interacción directa con el entorno y también a través de diversos agentes mediadores que ponen a nuestro alcance determinadas representaciones de esta realidad (personas, libros, TV, Internet...)
La aprehensión e interpretación que hacemos de la cultura circundante, y también nuestro propio desarrollo personal, están condicionados por esta información que percibimos y asimilamos desde la realidad próxima en la que nos desenvolvemos, dependiendo pues de las oportunidades que tenemos de interaccionar con el entorno y de las informaciones y experiencias vicarias que nos proporcionan los agentes mediadores a los que podemos acceder.
La familia, la escuela y la organización de la sociedad en general, deben asegurar a todas las personas esta asimilación de las peculiaridades culturales del entorno y un desarrollo integral de su personalidad que les permita vivir y convivir con plenitud, promoviendo para ello el aprendizaje de determinados conocimientos y destrezas y la construcción de un sistema de valores compatible con el marco social que les permita adaptarse con autonomía a las situaciones del entorno y llevar a cabo su propio proyecto de vida. Se trata por tanto de asegurar una adecuada educación para todos, cuyas funciones claves, recordando el informe Delors, son lograr que las personas seamos capaces de ser, saber, hacer y convivir.
Pues bien, ante la diversidad de situaciones personales, capacidades, intereses, experiencias vividas, contextos, posibilidades de interacción directa con el medio de los individuos, los agentes mediadores, ya sea utilizados informalmente o con una intencionalidad educativa, siempre han tenido un papel relevante en el proceso educativo de las personas a o largo de toda su vida. Entre ellos actualmente podemos destacar: el contacto personal, la lectura de libros y publicaciones en general, la audición de la radio, la visión de las hechizadoras pantallas de cine y televisión, la interacción con los mundos virtuales del ordenador y los videojuegos, las navegaciones y comunicaciones por Internet...
Los agentes mediadores están más o menos a nuestro alcance, ahora lo importante es sacar el máximo provecho de ellos. Desde "Comunicación y Pedagogía" seguimos analizando y explorado las posibilidades didácticas de estos poderosos recursos educativos. En esta ocasión con una atención especial al libro de texto, pero sin olvidar las nuevas tecnología y los medios de comunicación.
Como siempre, ahí está nuestra doble invitación: a leer - en este caso "Comunicación y Pedagogía"- y también a escribir, a opinar y a compartir experiencias y saberes con nosotros.
160.- Hacia un nuevo paradigma educativo
Los constantes avances científicos y la voluntad de globalización económica y cultural que impulsan y dirigen la dinámica de la sociedad actual, suponen para las personas constantes cambios en sus campos de actuación y exigen muchas veces recibir una formación complementaria y "a medida" para poder dar una respuesta adecuada a las nuevas situaciones laborales, sociales y domésticas. Más allá de la formación inicial que nos capacita para la integración en la sociedad y para desarrollar un trabajo, la necesidad de una formación permanente se va conformando como una característica indiscutible de nuestro tiempo.
Junto con estas exigencias, los ciudadanos del mundo del siglo XXI nos encontramos rodeados de fabulosas máquinas y materiales que nos ayudan en nuestras actividades y nos abren las puertas de infinitas posibilidades de desarrollo personal: ordenadores que proporcionan sofisticados instrumentos para el proceso de la información (sustituyendo con ventaja a las convencionales máquinas de escribir, calculadoras...), redes telemáticas como Internet que ofrecen nuevos canales de comunicación y de acceso al conocimiento (complementando los servicios que proporciona la telefonía y la televisión), entornos multimedia que acercan la realidad al mundo digital y permiten también crear inexistentes "realidades virtuales", formatos hipermediales que permiten nuevas formas de estructuración del conocimiento y rompen la linealidad de la lectura exigiendo una mayor implicación del lector...
Todo esto y más está al alcance de casi todos, se puede obtener por unas 200.000 ptas., y en unos años estará además integrado en el corazón de todos los hogares. La convergencia de los sistemas "televisor - vídeo - HIFI" e "Intenet - ordenador - impresora - DVD" está ya en marcha, y nos proporcionará información, entretenimiento, formación y servicios mil (telecompra, telebanco, telegestiones, teletrabajo...). La vida de cada día ya no podrá seguir igual...,para muchos, el cambio ya ha llegado.
Y todo esto estará también en todas las aulas de todos los centros educativos, como hoy ya se puede encontrar en algunos de ellos, y la actividad de los profesores y de los estudiantes tampoco podrá seguir igual: nuevos contenidos curriculares, nuevas competencias necesarias que deben aprenderse, nuevos instrumentos y recursos didácticos y de gestión, nuevos canales comunicativos, nuevos escenarios educativos (en los centros, a distancia, en todas partes), mayor colaboración entre profesores, estudiantes y centros, acceso abierto a todo tipo de información, nuevos métodos pedagógicos y, sobre todo, fomento del autoaprendizaje y del trabajo cooperativo.
¿Cuántos de nosotros seguimos de espaldas a esta realidad que ya nos envuelve? ¿No son suficientes estos ingredientes para que pensemos seriamente en nuevos modelos de enseñanza y aprendizaje? Estamos en la sociedad de la información, y debemos construir un nuevo paradigma educativo.
Estamos acostumbrados a trabajar con recursos escasos, recursos que debemos administrar de manera eficiente para que nuestras actividades nos acerquen lo más posible a los objetivos que pretendemos. A pesar de que muchas veces no disponemos de todo lo que necesitaríamos para desarrollar bien nuestras tareas, procuramos hacerlo lo mejor posible, y en general logramos unos niveles satisfactorios de eficacia.
Más allá de los circunstanciales (y en algún caso crónicos) déficits en los conocimientos, habilidades y actitudes necesarias para desarrollar nuestra actividad docente, los profesores constituimos uno de los colectivos laborales que trabajan con una más manifiesta insuficiencia de recursos. Una ojeada a los escalofriantes índices de "fracaso escolar" en los niveles primario y secundario de nuestro sistema educativo bastará para convencernos de ello; sin duda "algo falla" en muchos centros docentes o tal vez en el propio sistema educativo.
¿Podemos imaginarnos otros servicios, como por ejemplo la medicina, los asesoramientos profesionales o las reparaciones de automóviles, ofreciendo resultados aceptables solamente en un 75% de los casos?
Ciertamente hay escuelas (públicas y privadas) donde la mayoría de los estudiantes progresan adecuadamente y son unos pocos los que encuentran dificultades insalvables para seguir sus estudios, dificultades derivadas de problemas personales graves o circunstancias coyunturales que no se pueden resolver a corto plazo. En muchas de estas escuelas se puede constatar, en mayor o menor medida, una cierta "selección" del alumnado (a veces simplemente por razón del enclave físico del centro: barrio o ciudad), un notable desarrollo organizativo y, en general, medios suficientes (en opinión de los profesores). El profesorado en general se siente seguro en sus actuaciones docentes y, en muchos casos, está satisfecho y motivado con su trabajo.
Junto a estos centros "privilegiados", coexisten (sobreviven) muchas otras escuelas donde se acumula alumnado "conflictivo". Algunos llegaron ya con problemas de diversa índole (afectiva, conductual, cognitiva, etc.), otros se fueron haciendo problemáticos a lo largo de su vida escolar. Aquí la falta de recursos humanos y materiales (digamos, la falta de los recursos necesarios para afrontar estas situaciones de mayor complejidad) es bien patente, como evidencian los pobres resultados que se obtienen año tras año. El profesorado muchas veces se encuentra inseguro, entrando en una espiral de angustia y desmotivación profesional ante una constante sensación de impotencia.
Ante este panorama, ciertamente parcial y estereotipado, pero por desgracia no irreal, les invito a realizar un pequeño juego intelectual: imaginemos soluciones para paliar el fracaso escolar (o por lo menos procesos de mejora sustancial). Imaginemos además que podemos conseguir todos los recursos que necesitemos. Y a partir de aquí, construyamos una utopía. ¿Qué recursos (además de los que ya tenemos ahora) necesitaríamos para poder atender adecuadamente a nuestros alumnos y lograr unos mejores resultados? ¿En qué medida las TIC nos podrían ayudar a ello? ¿Qué ajustes del sistema educativo serían necesarios?
Las cosas, casi siempre, no tienen porqué ser como son, podrían ser de otra manera. Y a veces hasta resulta fácil cambiarlas... especialmente si hemos pensado en ello y actuamos con convicción.
Los medios de comunicación nos vienen informando de las importantes dotaciones en nuevas tecnologías que los centros docentes están recibiendo en los últimos meses, así como del aumento de la presencia de los especialistas en psicopedagogía y de la disminución de las ratios alumnos/profesor en las aulas. Buenas noticias sin duda, que además de permitirnos impartir una enseñanza acorde con los requerimientos de la "sociedad de la información" en la que vivimos, pueden contribuir a paliar el problema más acuciante de nuestro sistema educativo: el alto índice de fracaso escolar explícito y los bajos niveles culturales de muchos de los estudiantes que "han progresado adecuadamente" (fracaso escolar oculto).
No obstante, estas buenas nuevas no deben hacernos olvidar que las bases necesarias para una enseñanza de calidad no están solamente en la cantidad de recursos disponibles, sino que deben buscarse también en la buena gestión de los mismos y, muy especialmente, en el perfeccionamiento y la atención al profesorado.
Más allá de los cursos centrados en la actualización de conocimientos sobre la materia que imparten o sobre las imprescindibles y omnipresentes tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), el profesorado también necesita orientación y apoyo en otros aspectos (didácticos, psicológicos, sociológicos, organizativos) que muchas veces pueden proporcionar las claves para reconducir situaciones difíciles y afrontar las complejas interacciones que la diversidad plantea en las aulas. Recordemos que la Reforma ha situado en los niveles educativos de la etapa 12-16 años (ESO) a muchos profesores que no han realizado ninguna carrera del ámbito de las Ciencias de la Educación y que hasta ahora impartían su especialidad a grupos de alumnos relativamente homogéneos del Bachillerato.
Y junto con esta necesaria formación pedagógica (no sólo técnica) centrada en la realidad de las aulas y facilitadora de nuevos recursos metodológicos para profesorado, la mejora de nuestro sistema educativo también pasa por asegurar una adecuada organización y gestión en los centros docentes, que evite, por ejemplo, que los grupos de alumnos más problemáticos queden a cargo de los profesores noveles o con pocos recursos y que ofrezca en cada momento el mayor apoyo posible al profesorado.
En este camino estamos. Que el 2.000, que suponemos repleto de buenas nuevas tecnológicas, nos proporcione también buenas dosis de sentido común y de energía para el cambio.
164.- Internet: información, comunicación, acción.
"Las funcionalidades de Internet aplicadas a los nuevos descubrimientos científicos no dejaban de sorprendernos. Ahora ya podíamos 'transportar objetos' a través de la red, reproduciéndolos en una fábrica de control numérico a partir de sus parámetros físicos y químicos" (Apuntes del futuro)
Las personas estamos continuamente obteniendo información de nuestro entorno y actuando sobre él a partir de las decisiones que tomamos tras procesar cognitivamente determinados datos de la memoria. Buena parte de estas acciones constituyen actos comunicativos en los que hacemos comentarios, explicitamos decisiones, hacemos preguntas, damos orientaciones y órdenes...
La informática desde hace varias décadas nos ayuda en las labores de proceso de datos y ahora los sistemas multimedia facilitan el manejo de lenguajes tanto verbales como icónicos. La telemática por su parte, y en particular Internet, están poniendo a nuestro alcance potentes medios para, en cualquier momento, obtener información sobre cualquier tema y comunicarnos con cualquier persona o institución del mundo. Nuestro micromundo, el entorno en el que desarrollamos la vida cotidiana, trasciende el espacio físico que nos rodea y pasa a ser todo el planeta.
A través de este fabuloso canal informativo y comunicativo que nos ofrece Internet, y aprovechando la digitalización de la información que imponen los ordenadores, el dinero electrónico y la globalización económica, podemos llevar a cabo (desde cualquier lugar) infinidad de tareas: comprar todo tipo de productos, operar con nuestro banco, realizar trámites administrativos diversos, hacer consultas médicas, ver espectáculos, seguir cursos de formación...
La teleformación por ejemplo, nuevo delfín de la "educación a distancia", apoyándose en estas nuevas herramientas tecnológicas puede acercar la formación adecuada a todas las personas que la precisen y complementar los tradicionales sistemas de formación presencial, que siempre aportarán el valor añadido de la proximidad física entre las personas. Aunque no esté al alcance de todos, una BUENA formación presencial (que para ser buena deberá considerar también las TIC) es preferible a una BUENA formación virtual.
Internet, la Telemática, las TIC en general, nos van sorprendiendo cada día con nuevos instrumentos que pueden satisfacer mejor nuestras necesidades (individuales y de la humanidad en su conjunto) y ofrecernos una mayor calidad de vida. No obstante, como pasa también con la Ingeniería Genética, estos descubrimientos también conllevan riesgos si no los utilizamos adecuadamente. Debemos actuar con cautela y aprovechar los foros que nos permiten compartir los aciertos y los errores que aprendemos por el camino.
"Comunicación y Pedagogía", tanto en su edición convencional en papel como en su naciente versión digital está a disposición de todos los lectores que quieran publicar sus opiniones, experiencias y saberes al respecto.
165.-
Para mejorar el sistema educativo...
Para mejorar un Sistema
Educativo se pueden realizar múltiples actuaciones, no obstante, el establecimiento
de mecanismos ágiles para corregir con rapidez las disfuncionalidades que se
detecten y adaptarse a las nuevas situaciones, la actualización de los contenidos,
la progresiva adecuación de los recursos a las necesidades y, sobre todo, la
atención deferente hacia los factores humanos y su perfeccionamiento, resultarán
casi siempre las mejores opciones. Los profesores, al igual
que los inspectores y los demás gestores del Sistema Educativo, trabajamos en
unos entornos complejos, conflictivos y cambiantes, en los que a menudo tenemos
que enfrentarnos a situaciones para las que no estamos debidamente preparados
y donde constatamos con inquietud un cierto déficit sustantivo en los recursos
a nuestro alcance y en los conocimientos teóricos y prácticos que necesitamos. Todo ello da lugar a que
se produzcan "demasiadas" situaciones desbordantes que terminan desencadenando
enfermedades físicas y psíquicas y dan lugar a la consolidación de mecanismos
de autodefensa basados en actitudes negativas hacia las instituciones, el propio
trabajo y las demás personas que inciden en él, a los que hacemos responsables
de esta imposibilidad para resolver satisfactoriamente los problemas. Para evitar estas consecuencias,
indeseables desde cualquier punto de vista, resulta imprescindible dotar al
profesorado de los instrumentos materiales, metodológicos y organizativos necesarios
para el desarrollo de su trabajo y proporcionarles una adecuada formación que
les permita dominar estos recursos y enfrentarse con mayor serenidad, eficacia
y eficiencia a las situaciones que se le presenten. Además de esta formación,
que puede acercarse a los destinatarios a través de los Centros de Profesores,
las Universidades y otros centros y Servicios de Formación del Profesorado,
conviene que el sistema proporcione un marco de trabajo (legal, organizativo...)
claro y transparente, en el que queden bien establecidas las tareas asignadas
a cada persona y los recursos de que dispone para ello. Obviamente, la confianza
en el profesorado y el buen trato y consideración por parte de los gestores
del sistema a su personal constituye otro factor de primer orden a considerar
cuando se pretende la mejora de un Sistema Educativo. ¿Estamos de acuerdo?
Todos tenemos claro, como nuestro psiquismo acusa, que vivimos en un mundo que evoluciona trepidantemente al son de los ritmos tecno-económicos globalizantes, y cada vez son menos los que dudan de que ya hemos cambiado de era, estamos en la era de la información, en la era Internet, portadora y a la vez modeladora de una nueva cultura sustantivamente distinta de la que nos arropaba hace un par de décadas.
Los ordenadores, enlazados en redes locales y mundiales, no sólo permiten procesar todo tipo de datos con rapidez y eficacia, sino que además nos acercan un inmenso caudal de información de todo tipo y nos proporcionan fabulosos canales de comunicación interpersonal -síncrona y asíncrona- que trastocan la dinámica habitual de casi todas nuestras actividades. Los prefijos "tele" y "electrónico" junto con la expresión "a través de Internet" se convierten en un sello que aparece en casi todas ellas; a la veterana televisión y a las genéricas telecomunicaciones se añaden ahora: teletrabajo, telebanco, teleinformación (a través de internet: portales, espacios web), teletrámites (fiscales, académicos), telecomercio (comercio electrónico a través de Internet), correo electrónico, chats (conversaciones a través de Internet), telecontrol, teleformación...
En la mayoría de estas actividades, la entrada de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) en el marco de este nuevo orden económico y cultural de la sociedad de la información suponen no solamente la reorganización de los espacios y el trazado de nuevas infraestructuras que permitan ubicar operativamente las nuevas máquinas, sino que además origina unas continuas necesidades de formación y, sobre todo, una profunda transformación en la organización de las tareas, los sistemas y los procesos de trabajo.
Ante esta situación, nuestro Sistema Educativo, la Reforma, pergeñada mucho antes de que Internet saliera a la luz pública, con más o menos parches para evitar o disimular la ruptura (formativa y de justicia social) en la mal resuelta etapa 12-16 años, sigue orientando el quehacer formativo de las nuevas generaciones. Hemos visto como las nuevas tecnologías han ido entrando en los centros, hemos visto como se han desarrollado planes de formación para el profesorado, hemos visto como se han incluido más o menos tímidamente en los currícula , pero no hemos visto, en el 99% de los centros, una verdadera transformación de sus estructuras organizativas ni de sus metodologías de trabajo. Y esto a pesar de que pronto los ordenadores e Internet estarán también en casi todos los hogares.
Me pregunto si no deberíamos ir pensando en diseñar un nuevo Sistema Educativo acorde con la era Internet, un nuevo Sistema Educativo en el que respetando lo que va bien busquemos -aprovechando las ayudas tecnológicas- nuevas soluciones a los graves problemas actuales, que contemple tempranamente el uso de los nuevos canales formativos virtuales (mundiales, descentralizados) integrándolos en el currículum escolar, que contemple la realización de créditos en otros escenarios virtuales y reales ajenos a la escuela (en casa, en los centros de barrio y otras instituciones ciudadanas) atendiendo a las características de cada estudiante y sin olvidar los aspectos socializadores, que prevea al menos una estancia en el extranjero para todos los alumnos antes de terminar la escolaridad obligatoria, que considere la utilización habitual de los innumerables recursos informativos, instructivos y comunicativos disponibles en Internet, que contemple el tratamiento de la diversidad ofreciendo múltiples vías para lograr el desarrollo personal y las capacidades que la sociedad de la información demanda
No podemos estar cambiando continuamente de Sistema Educativo, pero tampoco podemos empecinarnos en mantener lo que está caduco y no es capaz de lograr los objetivos para los que fue diseñado, por ejemplo: una educación suficiente (y no digo igual) para todos hasta los 16 años.
Pere Marquès, 1999
167.- Un sistema educativo de múltiples escenarios
Todos tenemos claro, como nuestro psiquismo acusa, que vivimos en un mundo que evoluciona trepidantemente al son de los ritmos tecno-económicos globalizantes, y cada vez son menos los que dudan de que ya hemos cambiado de era, estamos en la era de la información, en la era Internet, portadora y a la vez modeladora de una nueva cultura sustantivamente distinta de la que nos arropaba hace un par de décadas.
Los ordenadores, enlazados en redes locales y mundiales, no sólo permiten procesar todo tipo de datos con rapidez y eficacia, sino que además nos acercan un inmenso caudal de información de todo tipo y nos proporcionan fabulosos canales de comunicación interpersonal -síncrona y asíncrona- que trastocan la dinámica habitual de casi todas nuestras actividades. Los prefijos "tele" y "electrónico" junto con la expresión "a través de Internet" se convierten en un sello que aparece en casi todas ellas; a la veterana televisión y a las genéricas telecomunicaciones se añaden ahora: teletrabajo, telebanco, teleinformación (a través de internet: portales, espacios web), teletrámites (fiscales, académicos), telecomercio (comercio electrónico a través de Internet), correo electrónico, chats (conversaciones a través de Internet), telecontrol, teleformación...
En la mayoría de estas actividades, la entrada de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) en el marco de este nuevo orden económico y cultural de la sociedad de la información suponen no solamente la reorganización de los espacios y el trazado de nuevas infraestructuras que permitan ubicar operativamente las nuevas máquinas, sino que además origina unas continuas necesidades de formación y, sobre todo, una profunda transformación en la organización de las tareas, los sistemas y los procesos de trabajo.
Ante esta situación, nuestro Sistema Educativo, la Reforma, pergeñada mucho antes de que Internet saliera a la luz pública, con más o menos parches para evitar o disimular la ruptura (formativa y de justicia social) en la mal resuelta etapa 12-16 años, sigue orientando el quehacer formativo de las nuevas generaciones. Hemos visto como las nuevas tecnologías han ido entrando en los centros, hemos visto como se han desarrollado planes de formación para el profesorado, hemos visto como se han incluido más o menos tímidamente en los currícula , pero no hemos visto, en el 99% de los centros, una verdadera transformación de sus estructuras organizativas ni de sus metodologías de trabajo. Y esto a pesar de que pronto los ordenadores e Internet estarán también en casi todos los hogares.
Me pregunto si no deberíamos ir pensando en diseñar un nuevo Sistema Educativo acorde con la era Internet, un nuevo Sistema Educativo en el que respetando lo que va bien busquemos -aprovechando las ayudas tecnológicas- nuevas soluciones a los graves problemas actuales, que contemple tempranamente el uso de los nuevos canales formativos virtuales (mundiales, descentralizados) integrándolos en el currículum escolar, que contemple la realización de créditos en otros escenarios virtuales y reales ajenos a la escuela (en casa, en los centros de barrio y otras instituciones ciudadanas) atendiendo a las características de cada estudiante y sin olvidar los aspectos socializadores, que prevea al menos una estancia en el extranjero para todos los alumnos antes de terminar la escolaridad obligatoria, que considere la utilización habitual de los innumerables recursos informativos, instructivos y comunicativos disponibles en Internet, que contemple el tratamiento de la diversidad ofreciendo múltiples vías para lograr el desarrollo personal y las capacidades que la sociedad de la información demanda
No podemos estar cambiando continuamente de Sistema Educativo, pero tampoco podemos empecinarnos en mantener lo que está caduco y no es capaz de lograr los objetivos para los que fue diseñado, por ejemplo: una educación suficiente (y no digo igual) para todos hasta los 16 años.
Hay otros mundos..., pero están en éste
"Hay otros mundos..., pero están en éste" (Paul Éluard)
"Aunque la calidad de vida depende de muchas cosas, hoy en día el acceso al ciberespacio es una de ellas. Y debería constituir un derecho de TODOS"
Las personas siempre habíamos tenido 2 mundos entre los que repartíamos
nuestro limitado tiempo vital: el mundo real, entorno social tangible donde
desarrollamos la mayor parte de nuestras actividades (alimentación, formación,
trabajo, compras y gestiones, ocio, comunicación y relación social...),
y el mundo de la imaginación, espacio íntimo de naturaleza "mental"
en el que todo es posible y donde nos refugiamos a veces para soñar realidades
y vivencias imposibles o simplemente para explorar posibilidades de actuación
en nuestro entorno físico.
Los educadores sabemos muy bien la importancia que tiene estimular la imaginación de los estudiantes cuando queremos promover el desarrollo de personalidades más adaptables, creativas y equilibradas.
Ahora, desde hace poco más de 10 años, tenemos un tercer mundo a nuestro alcance, el ciberespacio o mundo virtual, que amplía nuestro campo de actuación y nuestras posibilidades de desarrollo personal a todos los niveles. El ciberespacio, construido a partir de las funcionalidades que ofrece la red Internet (páginas web, correo electrónico, chats...), es un mundo intangible de naturaleza "digital", que nos ofrece un nuevo entorno social a escala planetaria donde podemos desarrollar casi todas las actividades propias del mundo real: obtener información, estudiar, trabajar, comprar, comunicarnos y relacionarnos...
Además, aunque en el ciberespacio todas las sensaciones y percepciones están mediadas por artefactos (vemos a través de las pantallas, oímos mediante altavoces, tenemos sensaciones táctiles a través de guantes de datos, etc.), algunas de sus funcionalidades mejoran con mucho lo que podemos esperar en el mundo real. Por ejemplo, en el mundo virtual no hay distancias, y en cualquier momento y lugar podemos acceder a casi toda la información del mundo y comunicarnos (en tiempo real o diferido) con cualquier persona o entidad que "tenga presencia en el ciberespacio" (es decir, que tenga e-mail).
Si las personas "crecemos" al interrelacionar con nuestro entorno, ahora la navegación y comunicación a través del inmenso mar del ciberespacio trasciende los límites que otrora nos marcaba el reducido entorno físico en el que nos movemos y nos abre nuevas e infinitas posibilidades de relación y desarrollo.
Por ello, y más allá de la imprescindible "alfabetización digital" que las instituciones educativas deben proporcionar a todos los estudiantes (y ciudadanos sin distinción de edad), abogamos por el uso intensivo de Internet en las aulas, tanto para la explotación de su potencial didáctico como para dar múltiples ejemplos del aprovechamiento del ciberespacio a todos los niveles.
En este nuevo número de Comunicación y Pedagogía habrá ocasión de profundizar en estos temas con los artículos dedicados a la escuela del futuro, la pizarra digital en el aula, las comunidades virtuales que aprenden y los hipertextos, las webs docentes, las WebQuest..., sin olvidar a los ya clásicos recursos didácticos multimedia, de los que presentaremos algunas selecciones del grupo DiM y pautas para su evaluación y para la elaboración de ayudas.
Pere Marquès
Graells, UAB, 2003
<http://peremarques.net/>